A nadie se le escapa que Trujillo es una de las localidades más bonitas –y visitadas– de toda la provincia de Cáceres y de toda Extremadura, pero ahora, además, también es un destino gastronómico que entra por derecho propio en la Guía Repsol.
El responsable es el chef Mario Clemente, que oficia en el restaurante familiar Alberca, ubicado en un edificio histórico dentro del casco antiguo trujillano, donde la parrilla al estilo vasco lleva la voz cantante.
Con alma de futbolista, una lesión de rodilla acabó con una carrera que, sin embargo, tenía mimbres domésticos de hostelero. Su padre tenía una discoteca en Trujillo, pero en casa sabían que la noche no era demasiado futuro, así que sus padres decidieron dar el salto y montar un restaurante que ocupaba el espacio que hoy ocupa Alberca, del que Mario se hizo con los mandos y los fogones en 2021.
Antes, tras dejar el fútbol, pasó por la escuela de cocina para hacer un grado medio sabiendo que, si le interesaba, el negocio familiar siempre sería un asidero. Lo que no pensó en un primer instante era que no sería él quien hiciera el acto de agarrar, sino que fuera la cocina la que lo enganchara.
Tras el grado medio llegaron las primeras prácticas en Madrid, dentro del restaurante BiBo, el que fuera el desembarco del chef Dani García en la capital. Con aquellos mimbres se presentó una oportunidad de oro apenas un año más tarde, recalar en Etxebarri, la parrilla que comanda Bittor Arginzoniz en Axpe-Atxondo, en el corazón de Vizcaya, segundo mejor restaurante del mundo, según The World's 50 Best Restaurants y estrella Michelin.
Allí, al fuego, se forjó pero también se empapó de la cultura rural que rodeaba al caserío de Arginzoniz y todo lo hay detrás de campo y alabanza al producto. Un año de aprendizajes que, tras la pandemia, le hizo pensar en regresar a casa.

Se plantó de nuevo en Trujillo en el año 2022, cuando convocó al sanedrín familiar para darle la vuelta a Alberca y evolucionarlo. De restaurante de pueblo y cocina tradicional a, sin olvidar las esencias extremeñas, incluir las brasas y el aprendizaje e inquietudes de Mario.
Los resultados no tardaron en llegar, ni por público ni por respaldo especializado. Alberca se ha convertido en un restaurante fundamental en la escena trujillana y Michelin pronto se percató de lo que allí se asaba. En 2023 entraba en la guía francesa en la categoría Bib Gourmand y en 2025 se consolidaba con el Sol Repsol, único en la ciudad dentro de esta categoría, y uno de los pocos que pueden presumir de ellos en Cáceres, donde solo entran en esta referencia nacional Atrio –con tres Soles–, así como Versátil (en Zarza de Granadilla) y Tupío (en el cercano Miajadas) con un Sol.

Entre medias, no perder el oremus ni despegar los pies del suelo, ni la vista de la parrilla. Alberca ofrece tres menús degustación –de 45, 55 y 70 euros– y un servicio de carta, en el que comer puede rondar un ticket medio de 40 euros.
Aquí conviven las migas y las patatas revolconas con el carpaccio de venado o el surtido de quesos locales con la brasa, la reina del baile. Presa de ibérico, atún rojo, bacalao, entrecot de vaca extremeña y carrilleras completan los principales de un restaurante al que seguirle la pista muy de cerca.
Imágenes | Alberca
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