Casi nadie añade este ingrediente a las quesadillas, pero siempre las mejora y es muy fácil de utilizar

Es una forma muy sencilla de añadir jugosidad y cremosidad a este plato que puede resolvernos una cena

Quesadillas
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Mucha gente piensa que las quesadillas son uno de los platos más típicos de la cocina mexicana, pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto, sobre esta receta que tiene miles de versiones es que es una mezcla entre los estadounidense y los mexicanos que pertenece a ese estilo de cocina que llamamos tex-mex.

En DAP, hemos hecho decenas de quesadillas y todas son un éxito. La realidad de este plato es que lo único que necesitamos son tortillas de trigo, entre las cuales meter el relleno que más nos apetezca y darle un golpe de calor para que queden crujientes y jugosas.

En cierto modo, las quesadillas no dejan de ser una especie de bocadillo, sándwich o hamburguesa, porque es meter entre una masa lo que más nos interese. Las más básicas suelen llevar jamón y queso. O las puedes integrar con algunos restos de carne que tengas en casa como pollo asado o pechuga de pollo y meter entre ellas también verduras asadas o incluso verduras crudas.

La clave de las quesadillas está en que sea un bocado jugoso, y en este sentido, uno de los elementos que más desapercibido pasa, es buscar alguna salsa que dentro sirva para amalgamar el resultado final, dándole un poquito de sabor, pero no siendo especialmente invasivo.

Por eso, es muy habitual que dentro de las quesadillas metamos guacamole por poner un ejemplo sencillo, que, además refresca bastante el resultado final. Sin embargo, hay un ingrediente que en España no se utiliza tanto, ni en las quesadillas, ni en la cocina en general, que para este tipo de recetas va de perlas.

De hecho, se parece bastante a un ingrediente también muy habitual que se utiliza en los kebabs. El ingrediente en cuestión que os va a permitir, añadir sabor a la quesadilla, suavizarla y que su textura interna sea mucho más interesante es la crema agria.

Es relativamente sencilla de encontrar en algunas tiendas de conveniencia y de cocina internacional donde haya ingredientes del este de Europa, aunque en grandes superficies y supermercados es difícil de ver.

Si no la encuentras, puedes simplemente optar por acidificar un yogur griego, añadiendo un poco de un buen vinagre. O haciendo lo mismo con un queso crema, pues el resultado es muy parecido.

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